sábado, 22 de noviembre de 2014

El conejo saltarín

Parece título para un cuento infantil sobre algún conejo que obviamente salta, pues hoy comenzaré escribiendo sobre algo similar, mi conejo, o el conejo que está a mi cuidado, hace un año y algunos meses decidí regalarle un conejo como mascota a mi novia, le pregunte repetidamente si su mamá no se molestaría si tuviera casualmente uno, ella me dijo muy segura que no, que su madre sería demasiado comprensiva y que sin duda le permitiría sin problemas tener dicho conejo, me decidí y le compre un conejito, ella lo eligió era negro como la noche y pequeño como un zapatito, lo llamo Brownie como los pastelitos de chocolate.

Apenas paso un día y su mamá enojada le pidió que se deshiciera de él, por lo que decidí hacerme responsable y tenerlo a mi cuidado, el problema era que yo no sabía cómo cuidar a un conejito y menos en un pequeño cuarto en el que vivía, y claro el pequeño Brownie tampoco tenía idea de cómo convivir con un humano, los días pasaron y su etapa asustadiza comenzó a desaparecer, se acercaba más, y dejaba que nos rozáramos, se orinaba donde le parecía y mordisqueaba todo lo que encontrase, los días fueron pasando y nos fuimos mudando a cuartos más amplios, pero siempre compartiendo la habitación juntos.

Paso un año y llegamos a este lugar, donde Brownie aprendió a convivir conmigo orinando en el baño, comiendo en un sito especifico, sin morder ningún objeto mío y respetando espacios, sin embargo siempre tiene su día feliz, donde salta como si en la pradera estuviera, tirándose al suelo de un solo golpe con un golpe seco, significado que quiere descansar, y poniendo su pequeña cabeza y sus orejas grande bajo mi mano para que lo acaricie, Brownie es un conejito más que doméstico y una mascota es mi compañero y así como el, también hay días donde le toca verme brincar de alegría, pero me gusta observarlo como el me observa a mí, él es Brownie, el Conejo saltarín.




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